Tras la anunciada unificación entre Perú Libre y el Mas Democracia, las figuras de Vladimir Cerrón (PL) y Gregorio Santos (MD) vienen generando simpatía en un sector de la militancia de izquierda. Su confrontación con el gobierno de Vizcarra así como su clara oposición al neoliberalismo y la estrategia del imperialismo estadounidense en la región, resultan atractivas frente a la moderación y el centrismo del movimiento Nuevo Perú así como frente a la burocratización y posición errática del Frente Amplio (Tierra y Libertad). Cuando la renovación se confunde con la renuncia a posiciones radicales y anti-sistema, cuando las “nuevas agendas” se asumen dejando de lado otros temas igualmente claves para una transformación profunda de la sociedad, el izquierdismo de “viejo tipo” recobra algo de brillo.  

Sin embargo, no debemos pasar por alto que el bloque PL/MD representa también el conservadurismo de una izquierda que ha decidido ir a la zaga en los temas de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres y derechos específicos de la población LGBTIQ. Bajo el discurso de la “agenda principal” (*) no solo se esconde el machismo y la homofobia de algunos izquierdistas sino también el ya conocido menosprecio de ciertos sectores hacia las luchas feministas y de las disidencias sexo-genéricas, por considerarlas “luchas liberales”, “reivindicaciones secundarias” o “derechos de minorías”.

Construir un proyecto de izquierda radical requiere de una estrategia de ruptura con el capitalismo, sobre la base de la lucha de clases y el protagonismo de los movimientos sociales, pero también de una perspectiva feminista y antipatriarcal, que asuma como propia e impostergable la lucha por las libertades y derechos de las mujeres y las LGTBIQ.

(*) Véase la respuesta de Cerrón a Marisa Glave (Nuevo Perú) en: https://m.facebook.com/story.php?story_fbid=2347173502186895&id=100006828034788